La inminente muerte del anciano patriarca de una acomodada familia del Sur desencadena terribles tensiones entre sus herederos. Uno de sus hijos, Brick, indeciso y apático, se refugia en el alcohol y se muestra completamente indiferente ante la situación, pero Maggie, su mujer, no está dispuesta a contemplar impasible su destrucción. El otro, Gooper, al igual que su esposa, es ambicioso y oportunista.

Charlie Kohler, antiguamente un gran concertista de piano, trabaja ahora como pianista en un popular cabaret de una ciudad. Charlie se las ha arreglado para ocultar a todos y mantener en secreto su misterioso pasado, pero, inesperadamente, aparece uno de sus hermanos pidiéndole ayuda.

Según la mayoría de los testimonios, el maquillaje se ha inspirado en la película francesa “Los niños del paraíso” del año 1945.

La pasión de Dylan por el cine continuó en Nueva York, a menudo era en el Teatro Waverly en la Sexta Avenida, que estaba a pocos minutos de su casa. Me dijo que durante el año le impresionaron muchísimo dos películas. La primera se llamaba “Los valientes andan solos” y estaba protagonizada por Kirk Douglas. Hacia el papel de un individualista en un Oeste moderno que estaba siendo erosionado por los supermercados y las autopistas. El héroe fracasó, persiguiendo ideales, fue derrotado por el "progreso". La otra película se llamaba “Un rostro en la multitud”, el guión fue escrito por Budd Schulberg. Ha sido protagonizada por Andy Griffith, hizo el papel de un "chico de campo" que toca la guitarra y que se convierte en una estrella, haciendo el impacto en la publicidad, la televisión y, finalmente, en la política nacional.

Había un cine artístico en el Village, en la calle 12. Allí proyectaban las películas extranjeras: francesas, italianas, alemanas. Tenía sentido, porque incluso el propio Alan Lomax, el gran archivero popular, había dicho en alguna ocasión que si quieres salir de América, ve a Greenwich Village. He visto un par de películas italianas de Fellini allí. Una se llamaba “La Strada” (se traduce como “La Calle"), y otra se llamaba “La Dolce Vita”. Trata de un tío que vende su alma y se convierte en un malo chismoso. Parecía una vida en un espejo de feria, salvo que no había ningún monstruo raro, sólo gente real y loca. La vi con atención, pensando que quizás no iba a volver a verla.

Había un cine artístico en el Village, en la calle 12. Allí proyectaban las películas extranjeras: francesas, italianas, alemanas. Tenía sentido, porque incluso el propio Alan Lomax, el gran archivero popular, había dicho en alguna ocasión que si quieres salir de América, ve a Greenwich Village. He visto un par de películas italianas de Fellini allí. Una se llamaba “La Strada” (se traduce como “La Calle"), y otra se llamaba “La Dolce Vita”. Trata de un tío que vende su alma y se convierte en un malo chismoso. Parecía una vida en un espejo de feria, salvo que no había ningún monstruo raro, sólo gente real y loca. La vi con atención, pensando que quizás no iba a volver a verla.

La pasión de Dylan por el cine continuó en Nueva York, a menudo era en el Teatro Waverly en la Sexta Avenida, que estaba a pocos minutos de su casa. Me dijo que durante el año le impresionaron muchísimo dos películas. La primera se llamaba “Los valientes andan solos” y estaba protagonizada por Kirk Douglas. Hacia el papel de un individualista en un Oeste moderno que estaba siendo erosionado por los supermercados y las autopistas. El héroe fracasó, persiguiendo ideales, fue derrotado por el "progreso".

Larry Hoikkala, el compañero de instituto de Bob Dylan, nos contó qué sucedió después de que ambos vieron la película “Semilla de maldad”. “Bob no podía creerlo. ... no paraba de decir: "¡Esto es realmente genial! Esto es exactamente lo que hemos estado tratando de decirle a la gente sobre nosotros mismos…” Ahora, mirando hacia atrás, pienso que esta película realmente cambió nuestras vidas. Por primera vez sentimos que nos estaba hablando directamente a nosotros.”

Casi de la noche a la mañana, Bobby pasó de ser un don nadie a ser el protopunk de Hibbing. Se transformó de pies a cabeza, ha sido como cuando un modelo se somete a un cambio de imagen. Junto con otro impresionable compañero de colegio, Bobby ha ido directamente al sótano de Feldman, a la inexplorada sección de la tienda, donde eligió algunos productos como Levi's, unas botas negras moteras y una chaqueta motera de cuero, similar a la que llevaba Brando en la película "Salvaje".

Fue en el State Theater, en el otoño del año 1955, que una película y su enigmática estrella le dieron a Bobby el primer atisbo de las propiedades combustibles de la actitud y la autoexpresión. En un fresco día de otoño, se sentó hipnotizado ante el estreno de "Rebelde sin causa", una obra moral sobre la inquietud de los adolescentes en los suburbios... Si alguna vez el término "renacido" se aplicó a Bob Dylan fue entonces, tras esta revelación cinematográfica. Ha tenido una visión del futuro en la pantalla en forma de James Dean, un rebelde adolescente, y eso apelaba a su sensibilidad.